lunes, junio 16, 2014

A Mili, con amor.

Aquí estaré, es un desafío.
Volveré a escribir en mi blog azul, alguien vendrá...
O no. Sí, Mili vendrá, fiel editora de su madre,
valiente chica que me impulsa,
viento de mis velas plegadas.
Un día esta pequeña (para mí) gran mujer de 27 años
fue una niña, como todos fuimos,
y le escribí un poema.
Ella corría esos pompones que se sueltan
de los cardos, a los que llamamos panaderos.
Era una nena, y yo le decía quiero dejarte
volar con menos advertencias.
No cumplí, hice tantas advertencias...
A pesar de eso ella creció fuerte y se fue,
ya casi diez años que se fue,
y desde allí ella sigue girando sus manos,
sigue haciendo volar panaderos
a la luz de la tarde.
Sigue haciéndome llorar cuando escribo para ella,
sin siquiera saberlo.
Un día ella dijo:
-Mamá sabés cuándo me doy cuenta cuánto te extraño?
-No sé, Mili, cuándo?
-Cuando te vuelvo a ver.
Dios!
Ella sabe decir esas cosas...
Y tantas otras.
Es tan grandioso ser feliz con ella, y tan difícil tomar distancia,
 para dejarla vivir tranquila sin hacer sonar su
teléfono CADA DIA, CARAJO!
Por eso es una buena razón escribir nuevamente,
intentar dejar que sus panaderos vuelen de sus manos
y yo pueda girar la cabeza y ocuparme de algún panadero,
o carnicero, o tenedor de libros, o escribiente, o poeta, o
lo que pinte...
Mi amada Mili, me estará eternamente agradecida.
Sea.
A las dos nos gusta el arte, en sus manifestaciones diversas
y los gatos y el café...y los grafitis como este.