lunes, abril 09, 2007

palabras asesinas


Gustav Klimt


Hay silencios asesinos.
Como cuando escribo,
no envio.
El escribe,
no envia.
Tenso deseo
recubriendo el arco
de lo que no decimos.
Me altera.
Un minúsculo movimiento
me endereza la espalda,
lentamente.
Amagues,
aproximaciones y
ausencia siempre.
Ambos sabemos eso.
Y una imagen de él
en una selva.
Prohibido para mí,
más prohibido que todos lo demás.
Mi dedo como un inventor
sigilosamente,
le dibuja la boca,
hermosa.
Yo lo miro, sin verlo.
Otra vez el péndulo va,
de una punta a otra de mí,
como un taladro.
Entonces el silencio muere,
las palabras asesinas lo matan...
las que no pronuncio,
pero suenan dentro de mí
como fusiles.
Quiero decirle mis palabras asesinas,
susurrándolas en su oido
sencillamente,
para que duelan así,
con ese placer con el que duelen.
El me ha enviado un beso
y me dio en plena frente.
El dice - No era ahí! - No era ahí!
Yo me estiro, el se agacha
y me meto su beso en la boca.
Y le alumbro una estrella
de mi lengua en el pecho,
como una insurrección.
Y se va,
incrustándome
palabras asesinas.